Ciudad Pegaso

La colonia industrial Ciudad Pegaso
El paternalismo industrial en el régimen franquista
María del Mar Maira Vidal

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Revista Sociología del Trabajo Nº 65 (Primavera 2009)
Revista cuatrimestral de empleo, trabajo y sociedad.
Págs. 137-162
ISSN 0210-8364
Profesora asociada de la Sección Departamental de Sociología III (Estructura Social y Sociología de la Educación), Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.
Universidad Complutense de Madrid.
Campus de Somosaguas, 28233.
Correo electrónico: marmaira@ccee.ucm.es
Agradezco a Juan José Castillo Alonso los comentarios y sugerencias para la realización de este artículo. Mi gratitud al Colectivo Vecinal Ciudad Pegaso, a la Organización Madrid Zona Este y a los habitantes de Ciudad Pegaso que participaron en las entrevistas y me facilitaron abundantes referencias y material, así como a Elena Laruelo, jefa del Centro de Documentación y Archivo General de la SEPI (Antiguo INI). Mis agradecimientos también a Pablo Meseguer Gancedo, Carlos A. Castillo Mendoza, Pablo López Calle, Matilde Fernández-Cid Enríquez y a los evaluadores de esta revista por sus comentarios a una primera versión de este artículo, que me han ayudado a mejorarlo.
Recibido: 8-XII-2007
Versión final aceptada: 6-VI-2008
1. Presentación
El distrito obrero e industrial que fue San Blas (Madrid) a mediados del siglo XX está muy presente en todos sus barrios, a pesar de que algunos de ellos estén atravesando distintas transformaciones importantes (procesos de gentrificación, creciente presencia de población inmigrante, localización de empresas del sector servicios, etcétera). Entre nuevas zonas residenciales y relucientes edificios de oficinas, se alza todavía el viejo distrito, un tanto decadente y olvidado, representado por los antiguos edificios de vivienda social, los pequeños talleres industriales con sus desavenidos carteles y alguna que otra mediana o gran industria. El contraste entre el viejo y el nuevo distrito es enorme. Un gran número de solares, algunos en construcción, nos muestran el lento proceso de transición entre uno y otro.
Entre las personas que poblaron San Blas en los años cincuenta y sesenta, y que hoy siguen residiendo en él, es habitual aludir a la fábrica de la Empresa Nacional de Autocamiones SA (ENASA-Pegaso) y, sobre todo, a la colonia industrial Ciudad Pegaso, cuando se conversa sobre las condiciones de vida y trabajo en aquellos años. Tal y como veremos, está colonia ofrecía a sus habitantes, en las primeras décadas del franquismo, unas condiciones de vida que estaban muy por encima de las de la clase trabajadora española y madrileña en general, por lo que no es de extrañar que aún hoy tenga una importante presencia en el imaginario colectivo de los habitantes de San Blas, habiendo sido una referencia en todos los sentidos (viviendas, infraestructuras, dotaciones, etcétera).
A pesar de que las retribuciones de los trabajadores de ENASA superaban los salarios de miseria de muchas otras empresas, y de que las condiciones y características de la colonia y sus viviendas eran tremendamente ventajosas, tan sólo garantizaron, a finales de los años cincuenta, un nivel de consumo de subsistencia. Sin embargo, es importante resaltar que las condiciones de vida de los habitantes del poblado mejoraron de forma sustancial a lo largo de los años sesenta como resultado del crecimiento económico del país y de la expansión de la propia empresa (que repercutirá positivamente en las remuneraciones de los trabajadores y en la estabilidad laboral de los mismos). Estamos ante el advenimiento de la sociedad de consumo y de la clase media en España; los trabajadores ENASA fueron paradigmáticos en este sentido en cuanto a las transformaciones acontecidas. Si en los primeros años cincuenta eran trabajadores y familias que ni tan siquiera se podían permitir una vivienda en alquiler, en los años sesenta tuvieron acceso no sólo una vivienda (y a las dotaciones que ofrecía la colonia), sino también a un número importante de artículos de consumo (frigoríficos, lavadoras, televisores, automóviles, etcétera) qué cambiaron de manera importante sus vidas. La colonia, propiedad de una empresa emblemática del régimen representaba el progreso, el desarrollo y el crecimiento económico que acompañaban, en cierta medida, a la dictadura franquista. Simbolizaba los enormes adelantos que, como resultado de todo ello, una parte de la clase trabajadora podía alcanzar en lo que se refería a sus condiciones de vida. El régimen concedió mucha publicidad a todos estos logros y lo supo instrumentalizar a su favor, defendiendo que en España era posible alcanzar el bienestar social que ostentaban en otros países gracias al "orden social" impuesto tras su triunfo en la guerra.
Todavía hoy se puede apreciar una diferencia notable entre la colonia y los barrios obreros construidos en el distrito a mediados del siglo pasado. La colonia tiene cierto aire de urbanización privada cuidada con esmero, y esto a pesar de que sus habitantes aseguren que ya no es, ni mucho menos, lo que fue cuando era propiedad de la empresa.
Por otra parte, casi cuarenta años después de que las viviendas fueron vendidas a sus inquilinos en 1970, llama poderosamente la atención la importante presencia de la empresa en la memoria colectiva de sus habitantes. Las viviendas, las calles, las asociaciones de vecinos, las dotaciones, el discurso de sus habitantes están repletos de constantes referencias a ENASA y a un pasado que todavía está muy presente.
2. Planteamiento del estudio
Este artículo da cuenta de la investigación realizada en 2006 sobre la colonia industrial Ciudad Pegaso, colonia creada por la empresa pública ENASA-Pegaso entre 1956 y 1960 y situada en el actual distrito de San Blas. El interés por este poblado viene dado por la importante presencia que esta colonia industrial aún tiene en el imaginario colectivo de los habitantes del mismo, así como en el de los habitantes del distrito.
El objetivo principal es realizar una aproximación a un caso de paternalismo urbano de una empresa pública muy relevante del régimen franquista con el fin de recuperar la memoria del trabajo de los antiguos inquilinos de las viviendas de la colonia. En este sentido, concebimos la memoria del trabajo en un sentido amplio y entendemos que debe abordar el ámbito de la reproducción social y las relaciones sociales que lo atraviesan y lo articulan con el ámbito de la producción, además de llevar a cabo la imprescindible labor de recuperación de vestigios materiales o procesos de trabajo (Castillo, 2004).
Hemos realizado siete entrevistas abiertas a personas que vivieron en el poblado en aquellos años, cinco entrevistas individuales y dos entrevistas grupales. A la hora de realizarlas, nuestro objetivo fue ponernos en contacto con sujetos que hubiesen vivido en Ciudad Pegaso en los años cincuenta y sesenta: trabajadores de ENASA de distintas categorías profesionales, amas de casa y personas que hubiesen sido niños y adolescentes en aquellos años1. El fin era recoger distintos universos discursivos teniendo en cuenta las distintas posiciones de los entrevistados en la estructura ocupacional de la empresa y en la estructura social. Además, hemos acudido a los distintos archivos e instituciones con el fin de revisar las fuentes documentales existentes sobre la compañía ENASA y la colonia industrial Ciudad Pegaso.
3. El régimen franquista y el paternalismo industrial
Ciudad Pegaso es una de las muchas colonias que se crearon en nuestro país en los años de posguerra, en buena parte como resultado de un régimen político que fomentaba entre determinadas empresas la recuperación del paternalismo industrial2 que había caracterizado a muchas compañías del siglo XIX (y había caído en desuso en las primeras décadas del siglo XX).
El estado franquista se caracterizó en sus dos primeras décadas de existencia por ejercer una intervención extrema de la vida económica y las relaciones laborales y por forzar la asimetría de poder entre capital y trabajo, permitiendo a las empresas un severo control y disciplinamiento de la mano de obra. Desde el Fuero del Trabajo de 1938 hasta la Ley de Convenios Colectivos Sindicales de 1958, el estado se reservó el monopolio absoluto del establecimiento de las condiciones laborales, al no reconocer la negociación colectiva ni la autonomía del capital y del trabajo. El Fuero del Trabajo dejó clara la idoneidad de establecer jerarquías muy marcadas en las empresas y de propiciar la figura todopoderosa del empresario, así como la conveniencia de la intervención de la empresa en el ámbito de la reproducción social. Además, se hizo hincapié en la exigencia de lealtad y subordinación de los trabajadores a la compañía en aras de la cooperación dentro de la comunidad de intereses que se entendía que era la misma. El intervencionismo franquista significo una ruptura con el intervencionismo de la segunda República, regulaba las relaciones laborales apelando al derecho, e invoco la moral y el paternalismo empresarial respecto (Babiano, 1998; Fernández, 2004).
El régimen se aseguró la disciplina y la sumisión de la clase trabajadora española a los propietarios de los medios de producción y al poder político por medio de la organización sindical y de un aparato gubernamental y una legislación laboral represiva (Molinero e Yàs, 1993). No obstante era preciso ir más allá y garantizar el reclutamiento de mano de obra, su fijación y su consentimiento en aquellas medianas y grandes empresas de las ramas de actividad que iban a ser protagonistas de la industrialización del país y de la introducción de la racionalización taylorista y fordista: automoción, maquinaria, electrodomésticos, química, etcétera (Baviano, 1993).
El estado franquista hizo, desde sus primeros años de existencia, una clara apuesta por la industrialización y la racionalización de la producción a nivel estatal y promovió que las empresas que iban a liderar este cambio pusieran en marcha determinados patrones de gestión de la mano de obra, entre ellos el paternalismo3. El recurso al paternalismo como modelo de disciplina había sido muy común en los comienzos de la Revolución industrial, cuando los empresarios importaban patrones disciplinarios de instituciones como la familia o el ejército (Gaudemar, 1982; Sierra, 1990, Babiano, 1993; García, 1996).
El paternalismo industrial del franquismo autárquico tuvo como objetivos, al igual que el paternalismo del siglo XIX, atraer, mantener y moralizar a la mano de obra, así como el control de todos o casi todos sus espacios sociales. No obstante, entre los objetivos del paternalismo definidos por el estado en la posguerra española, nos encontramos con uno que es enteramente nuevo con respecto a los del paternalismo decimonónico: es el de facilitar la instauración y el progreso del fordismo4 y una de las pautas de disciplina maquínica5. Asimismo, las medidas paternalistas cubrían, de alguna manera, las lagunas existentes en lo que se refiere a la ausencia de un Estado de Bienestar y de salarios directos altos.
La disciplina paternalista había caído en desuso en los países de la Europa occidental en el primer tercio del siglo XX, cuando los ciclos de disciplina panóptico y paternalista habían dado paso a la combinación de la disciplina contractual6 y la disciplina maquínica. Sin embargo, es interesante señalar, en el marco del estado franquista, encarnado por las élites tradicionales, se optó en los años cuarenta y cincuenta por posibilitar la acumulación de capital a largo plazo por otros medios, siendo uno de ellos la recuperación del programa paternalista de gestión de la mano de obra.
Al respecto, es importante hacer hincapié en que la implementación de los distintos ciclos disciplinarios tiene siempre relación con toda una serie de factores7: la situación económica del país a nivel mundial; las características del mercado nacional, regional y local; la existencia o no de estructuras de legitimación tradicionales; la fuerza o debilidad de las organizaciones sindicales; y las posibilidades o no de división del trabajo en las distintas ramas, empresas o puestos de trabajo. En España confluyeron en los años cuarenta y cincuenta, dos factores que, según autores como Sierra y Babiano, propiciaron o favorecieron la aplicación del modelo de disciplina paternalista en determinadas empresas o ramas, la existencia de estructuras de legitimación tradicional (importante presencia de la Iglesia católica y del catolicismo en la sociedad española) y la situación no hegemónica de la economía española en los mercados internacionales (Gaudemar, 1991; Sierra, 1990; Babiano, 1998).
4. La empresa ENASA-Pegaso y la fábrica de Madrid-Barajas
La historia de la empresa pública ENASA tiene una estrecha relación con la historia política y económica de España desde su creación por el Instituto Nacional de Industria (INI) 19468, en el contexto de la España autárquica de posguerra, hasta su venta a Fiat en 1990.
El objetivo principal de su constitución fue que la producción de vehículos industriales camiones, autobuses, tractores, etcétera estuviese en manos del estado en aquellos difíciles años de posguerra y autoabastecimiento del país. El INI compró en 1946 la empresa Hispano Suiza, que había sido la empresa de automoción más relevante de España en el primer tercio del siglo XX, y que tenía una fábrica en Barcelona y otra en Guadalajara. Se sustituyó entonces la marca Hispano Suiza por la de Pegaso.
Dentro de los planes de Lily también estaba la construcción de una fábrica entre los municipios de Madrid y Barajas, en la carretera de Barcelona. La construcción de esta planta industrial se retrasó casi 10 años debido a la precaria situación financiera de ENASA en los años cuarenta y cincuenta y a la escasez de todo tipo de material de obra en el país para realizarla. La planta se localizó en el kilómetro 14 de la carretera de Barcelona (Nacional II) y comenzó a funcionar en 1954. El número de trabajadores pasó de unos 3.000 a finales de los años cincuenta a más de 3.500 en los años sesenta.
Por otra parte, la fábrica Madrid-Barajas fue objeto de una importante reestructuración en los primeros años sesenta, años en los que se llevó a cabo de la modernización de la empresa introduciendo cambios sustanciales con el fin de racionalizar y mecanizar la producción.
ENASA se caracterizó desde sus comienzos, y a lo largo de toda su historia, por la calidad de sus productos. Fue en ese sentido una empresa emblemática del régimen y sus vehículos alcanzaron una gran relevancia en el paupérrimo panorama español de los años de dictadura9. El régimen instrumentalizólos buenos resultados de la compañía con el fin de proporcionar publicidad, dentro y fuera del país, a su capacidad productiva.
5. La colonia industrial Ciudad Pegaso como dispositivo disciplinario paternalista en la empresa pública ENASA
Las condiciones en las que se encontraban muchos barrios de Madrid en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado eran pésimas; algunos de ellos estaban totalmente carentes de todo tipo de infraestructuras y dotaciones, ya que el ayuntamiento y el estado eran entidades prácticamente inexistentes en algunas zonas del municipio. En algunos de estos barrios no había asfaltado en las calles, ni alumbrado público, ni dotaciones básicas (comercios, colegios, asistencia médico-sanitaria, etcétera). Había insuficiencia de viviendas para cubrir la demanda provocada por el éxodo rural, inducido en buena medida por la creación de empleo que acompaño a la importante industrialización de la ciudad en aquellos años, mientras que las viviendas existentes eran de dudosa calidad y pequeñas dimensiones (Fernández, 2004).
Con el fin de intentar dar solución a los problemas de infraviviendas o chabolismo a los que se veían abocados muchos inmigrantes españoles que desde distintos puntos del país llegaban a la capital buscando empleo, se construyeron nuevos barrios de viviendas, algunos mediante iniciativa pública, otros por iniciativa privada.
En muchos casos estos nuevos barrios tampoco se caracterizaron por ofrecer viviendas dignas o infraestructuras y dotaciones suficientes. Este fue el caso de los barrios que conforman hoy en día el distrito de San Blas, construidos en los años cincuenta y sesenta por iniciativa pública (Gaviria, 1968).
Por otra parte, la colonia industrial Ciudad Pegaso fue construida por la empresa pública ENASA. Se construyó el suelo urbanizable no edificado y sin infraestructuras urbanas, en un lugar despoblado y totalmente aislado, no integrado en la ciudad e independiente de otros barrios.
/la_colonia_industrial_ciudad_pegaso.jpgFoto 1.
Localización actual de la antigua colonia industrial Ciudad Pegaso y de las instalaciones de la empresa IVECO-Pegaso (antigua ENASA-Pegaso).
Plano de los distritos de San Blas y Barajas del municipio de Madrid.
Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, año 1996.
(Cortesía de Rocío Maria Vidal).
La colonia se localizó en el kilómetro 10 de la carretera de Barcelona (Nacional II), a cuatro kilómetros de distancia de la planta industrial Madrid-Barajas de ENASA, situada en el kilómetro 14 de la misma carretera, para proveer de vivienda a 1.332 trabajadores de la fábrica y a sus familias, que procedían en buena medida de distintas ciudades o zonas rurales de España.
El poblado se construyó en dos fases: la primera se terminó en 1956 y la segunda en 196010. Fue (y todavía es) una combinación de edificios y viviendas de distintos tipos y dimensiones, que fueron asignadas a los trabajadores según sus distintos rangos. En el poblado vivían trabajadores de todas las categorías profesionales, desde directivos hasta peones (Mazario, 2003). Contaba con una serie de servicios comunes como campos de deporte, cine, piscinas, escuela, ateneo, economato o la iglesia que, junto con las viviendas, eran propiedad ENASA.
Tal y como comenta en la siguiente cita el hijo de dos trabajadores de ENASA, que vivió en la colonia su infancia y juventud en los años cincuenta y sesenta, las condiciones de habitabilidad de las viviendas (dimensiones, distribución, luminosidad, instalaciones, etcétera), así como las dotaciones e infraestructuras de la colonia, estaban muy por encima de lo habitual en las viviendas y barrios de la clase trabajadora de la época, el país y el municipio de Madrid:
El barrio [Ciudad Pegaso] era casi modélico, ejemplar, envidiado por mucha gente en la época aquella, por las dotaciones que tenía. Aparte también por los pisos, que en aquella época eran unos pisos, por lo que había por ahí, eran bastante majetes. Con ascensores, con calefacción central. O sea, era muy distinto de lo que en la época se llevaba por la zona de aquí, sobre toda la gente que venía de Madrid, y que vivía en Mejorada, San Fernando, estaba todavía digamos cocinando con fuego, en chimeneas, y esas cosas [Entrevista 6].
Algunos de los entrevistados afirman que hicieron todo lo posible para trabajar en ENASA Pegaso con el fin de acceder a una vivienda. Ninguna de las personas entrevistadas se podía permitir siquiera alquilar una vivienda antes de trasladarse a vivir a Ciudad Pegaso punto en todos los casos se recurría habitaciones alquiladas con derecho a cocina o a convivir con parientes, aún cuando ya existiese una pareja o incluso hijos.
Las viviendas de la colonia fueron concedidas, en régimen de alquiler, aquellos trabajadores que alcanzaron mayor puntuación de acuerdo con una serie de criterios establecidos en el «Reglamento de la Ciudad Pegaso»: número de hijos, condiciones de alojamiento en el momento de realizarse las adjudicaciones de viviendas, importancia del cometido del trabajador en la fábrica, rendimiento en el trabajo y antigüedad en la empresa.
No debemos olvidar que el acceso de los trabajadores a las viviendas de las colonias industriales y a su propiedad no ha sido generalizado prácticamente nunca. Las compañías que creaban este tipo de poblados tenían por norma construir un número de viviendas muy inferior al número de trabajadores de su plantilla en el caso de ENASA las viviendas fueron 1332 y los trabajadores algo más de 3000 los últimos años cincuenta, cuando se asignaron las viviendas. Esto tenía como objetivo que el acceso a las mismas no fuese para todos los trabajadores de la empresa, sino tan sólo para aquellos elegidos que cumpliesen con determinados criterios, entre los que se encontraba la sumisión y la lealtad a la empresa, así como un buen rendimiento laboral11. La mayor parte de las empresas que construyen viviendas para sus trabajadores las concedían en régimen de alquiler, anunciando a la vez la vara intención de su concesión en propiedad en un futuro incierto punto de esta manera, la esperanza de los obreros de convertirse en propietarios, mantenida habitualmente por la empresa durante largos años, se convertía con frecuencia a estos en trabajadores dóciles. Las viviendas serán un premio a la buena conducta del trabajador en la empresa, y su propiedad el resultado del buen comportamiento del mismo y su familia a lo largo de un extenso periodo de tiempo (Sierra, 1990; García, 1996; Babiano, 1998).
El «Reglamento de la Ciudad Pegaso» para la utilización de las viviendas estipulaba que la permanencia en el poblado estaba supeditada al mantenimiento del contrato con la empresa y a consideraciones que se caracterizaban por un marcado carácter moral, algunas de ellas tan imprecisas como la limpieza en los hogares y la ausencia de actividades inmorales o escándalos junto uno de los trabajadores entrevistados hace el siguiente comentario sobre los comportamientos que podían ser motivo de despido y de excursión de la vivienda en el poblado:
A12: Suponte tú que estoy casado y me lío contigo: me echan de la fábrica... y del piso. Eso podía pasar. Por ser infiel… [Entrevista 2].
La discrecionalidad de la empresa jugaba, por lo tanto, un papel muy importante a la hora de que los trabajadores accediesen a la vivienda y la mantuviesen.
La colonia fue un dispositivo enormemente útil para ENASA, a la cual confirió un gran poder de atracción sobre sus (potenciales) trabajadores en tiempos de escasez y pésimas condiciones de vida para buena parte de la población española. Los objetivos principales de su creación fueron atraer, mantener y disciplinar productivamente a una parte importante de la mano de obra de la fábrica Madrid-Barajas. A través de la colonia se ejercía control y coerción sobre sus habitantes, permitiendo la gestión totalizadora de los trabajadores y sus familias13.
El aislamiento del poblado con respecto a otros barrios del municipio de Madrid era casi total en los años cincuenta y primeros sesenta, si tenemos en cuenta la inexistencia de transporte público y de vehículos privados propiedad de los trabajadores (tan solo existía un servicio privado de autobuses directo al barrio de Ventas que no realizaba paradas en el trayecto y que funcionaba con irregularidad y muy poca frecuencia). A esto tenemos que sumar el hecho de que no había transporte a Canillejas, el barrio más cercano, que se situaba a algo más de dos kilómetros de Ciudad Pegaso. La empresa ponía a disposición de los trabajadores de la colonia un servicio de transporte con la planta industrial, situada a cuatro kilómetros del poblado, pero no ofrecía ningún servicio para comunicarnos con otros barrios de Madrid.
En este sentido, es interesante destacar la casi total autarquía de la colonia, con autonomía en cuanto actividades comerciales, de ocio, escolares, etcétera, que la convertían en prácticamente independiente de otros barrios. este era un rasgo muy común de las colonias industriales características de la segunda parte del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. el hecho de que las viviendas construidas se sitúa hacen en un lugar aislado, ajeno a influencias extrañas de la compañía, las comercial de esta manera en un reducto privado. La empresa prolongaba de esta forma su autoridad sobre los trabajadores y se beneficiaba de un dominio casi absoluto de las circunstancias de la vida diaria de los trabajadores, en las que tenía capacidad para intervenir de acuerdo con sus intereses. Esto era posible gracias al aislamiento ya que los ayuntamientos, por lo general, sedes entendían de los poblados industriales (ahorrándose así costes importantes en tiempos de presupuestos muy ajustados), en los que las empresas se hacían cargo de todo, infraestructuras, anotaciones, orden social, etcétera (Sierra, 1990; Muñiz, 2006).
El aislamiento de la colonia por parte de la empresa tenía consecuencias positivas para esta, de sobra conocidas por los trabajadores, que, con frecuencia, hacían referencia al tema en las entrevistas:
C: A la empresa nunca le interesó que nosotros tuviéramos transporte, de ninguna manera. Que eran unos tiempos políticamente muy perversos. Entonces ellos entendían que en Ciudad Pegaso se dio todo. Nos pusieron desde el mercado, cine, bares, farmacia, médico.
Te querían tener como un gueto [...]. Esto era un gueto, que fábrica no quería que saliéramos de aquí, y te venían a buscar, y te llevaban a fábrica, en autocares, y luego te traían… [Entrevista 1].
ENASA resultaba así omnipresente en la vida de los habitantes del poblado14. El aislamiento tenía una utilidad muy definida en la creación de un sentimiento identitario con la empresa y en la elusión de posibles vínculos de solidaridad y apoyo con trabajadores de otros centros de trabajo o barrios.
Uno de los mecanismos de control sobre los habitantes de la colonia fue la propia presencia, entre ellos, de sus mandos intermedios y superiores, así como la vigilancia, bien conocida por todos, que llevaban a cabo determinados trabajadores que vivían en Ciudad Pegaso, y que informaban al Departamento de Personal de ENASA. En varias entrevistas llevadas a cabo se realizaron comentarios al respecto, entre ellos los siguientes:
A: Aquí [en la colonia] había 12, 14 o 15 personas más o menos, todos esos estaban aquí para vigilar.
B: Como espías.
C: Como chivatos de la dirección. En Pegaso [en la fábrica] había también, enfrente de la fábrica, un ordenanza que su padre era capitán de la Guardia Civil, y ese nos vigilaba y todos los días daba un parte. Al servicio de personal. [Entrevista 1].
Ciudad PegasoFoto 2.
La colonia industrial Ciudad Pegaso en los primeros años sesenta.
En la foto se puede apreciar el aislamiento de la misma con respecto a otros barrios del municipio de Madrid.
(Cortesía del Colectivo Vecinal Ciudad Pegaso).
En la línea de lo que mencionábamos más arriba sobre la discrecionalidad de la empresa a la hora de conceder una vivienda en Ciudad Pegaso y de que todos los trabajos de los la pudieran mantener, la información que este Departamento reclamaba a través de estos “confidentes” o por otros medios podía incluso poner en peligro el empleo y el usufructo de la vivienda por parte de los trabajadores.
Por otra parte, como es bien sabido, el régimen franquista mantuvo siempre una importante alianza con la iglesia católica que hacía que esta institución estuviese muy presente en la vida de todos los españoles, de manera muy especial en las primeras décadas de la dictadura. Como no podía ser de otra manera, en una colonia propiedad de una empresa pública muy vinculada al régimen, la Iglesia católica jugó un papel importante inculcando aquellos valores que beneficiaban al mantenimiento del statu quo, y que participando en el férreo control que se ejercía sobre las vidas de los trabajadores y los habitantes del poblado.
En lo que se refiere a la institución familiar, la compañía fomentó siempre la familia nuclear con el fin de incentivar la dependencia de la unidad familiar con respecto a la empresa (al salario percibido en la fábrica, a sus medidas paternalistas, etcétera)15. Para ENASA era más que conveniente que no existiese una amplia red familiar en la colonia que mitigase esa dependencia, la cual se veía acrecentada gracias al aislamiento en el que se encontraba la misma.
La unidad social básica en estos años era la familia. La dictadura franquista siempre tuvo entre sus objetivos promover unos valores y un modelo de familia muy tradicionales, con roles específicos y diferentes para el varón y para la mujer en todos los ámbitos de la vida. El modelo de la familia tradicional aseguraba que, en la distribución del trabajo dentro de la unidad familiar, uno de los miembros, la mujer, llevase a cabo todos los trabajos de reproducción de la fuerza de trabajo. El hecho de que la mujer desempeñase este papel dentro de la institución familiar era de la mayor relevancia si consideramos que liberaba al varón de todas las tareas domésticas con el fin de que dedicarse todas sus energías al empleo en la fábrica, lo que para está repercutía positivamente en su rendimiento. Por otro lado, no debemos olvidar que este fortalecimiento de la institución familiar es una medida estatal, además de la de fomentar el paternalismo empresarial, que estuvo dirigida a sustituir la ausencia del Estado del Bienestar y de servicios públicos.
En Ciudad Pegaso el número de hijos será uno de los criterios para poder adquirir una vivienda, y las familias numerosas de los operarios accedían aquellas que tenían dimensiones considerablemente más amplias que otras. Los trabajadores debían además estar casados a la hora de acceder a una residencia, ya que no había viviendas destinadas a solteros. en lo que se refiere a los hijos de los trabajadores, estos erán previsiblemente la mano de obra de la empresa en años venideros. Por lo tanto, la colonia debía granizar unas condiciones de vida favorables que repercutieran positivamente en su lealtad y rendimiento en el futuro. El colegio aseguraba una fuerza de trabajo socializada de acuerdo con los intereses de la fábrica.
ENASA contribuía a la reproducción de la fuerza de trabajo ofreciendo condiciones de vida aceptables en todos los sentidos. El economato, por ejemplo, garantizaba precios razonables, además de ser una manera de controlar el consumo y las costumbres. También el ocio y el tiempo libre eran condición indispensable para esta reproducción, pero tenía el inconveniente de que el trabajador podía utilizarlos para realizar actividades que supusieron un desgaste físico (perjudicial en su rendimiento laboral) o incluso para dedicarse a actividades políticas de carácter subversivo.
Por esta razón, la empresa hacía todo lo posible para encauzar el ocio de los trabajadores con el fin de evitar actividades que se consideraban perjudiciales (la taberna, la organización política, etcétera) frente a otras que se consideraban beneficiosas (cine16, deportes, etcétera) y que se realizaban bajo el paraguas de la misma. La misma empresa organizaba los denominados grupos de empresa, grupos de ocio en los que se practicaban distintas actividades lúdicas como caza, senderismo, ajedrez y muchas más.
Ciudad PegasoFoto 3.
Cine Pegaso, situado en la colonia industrial Ciudad Pegaso.
Años sesenta.
(Cortesía del Colectivo Vecinal Ciudad Pegaso).
Eran estrategias para mantener ocupados a los trabajadores en prácticas que no perjudicaban a la compañía, evitando su autonomía cultural y social. Se fomentaban además las actividades interclasistas (operarios junto con mandos intermedios, e incluso en ocasiones con mandos superiores) con el fin de evitar lo más posible espacios y actividades propicios al fortalecimiento de las redes entre obreros.

La existencia de la colonia y las favorables condiciones de vida que la acompañaban posibilitaron un fuerte sentimiento de gratitud y lealtad hacia la empresa, a la que un antiguo trabajador de la fábrica hace referencia de manera reiterada en una de las entrevistas realizadas como “santa empresa” o “santo Pegaso”17:
A: Fue la colonia más bonita y mejor de España.
B: Era precioso todo, todo, un césped todo muy bonito. Luego lo dejo la empresa y se empezó a malear.
A: Santa, santa, santa empresa, san Pegaso, como decíamos. Ten en cuenta no, voy a decir ninguna tontería, que san Pegaso, digámoslo, nos lo daba todo, todo, porque tenemos vivienda y todo, nos lo daba Pegaso, y luego el trabajo...
B: Todo ha desaparecido…
A: Porque tú fíjate cómo conseguir un piso antes… y aquí te lo daban casi regalado. [...] Nos ha dado la vida. Nos ha dado el bienestar que tenemos. La fábrica Pegaso nos ha dado la vida. No me cansaré nunca de decirte, san Pegaso, que el que diga lo contrario no tiene conciencia ni idea de lo que dice. [Entrevista 2].
El poblado se caracterizaba por una importante identidad de pertenencia a la compañía y unas redes sociales de carácter comunitario. Sin embargo, estas relaciones no estaban exentas de cierto recelo y desconfianza debido a la omnipresencia de la empresa en todos los ámbitos de la vida de sus habitantes que de alguna manera se entendía como los mi presencia del mismo régimen franquista punto había mucho miedo a represalias por parte de NASA de determinados comportamientos o actuaciones que no eran aprobados por el régimen político. Dos de los antiguos trabajadores de la fábrica enfatizan en este aspecto en una de las entrevistas realizadas:
C: Aquí nos hemos empezado a conocer ahora cuando la jubilación, cuando hemos dejado de pertenecer, cuando hemos dejado de trabajar en Pegaso.
Entrevistadora: ¿Y por qué antes no os conocíais? ¿Por qué?
C: Nos conocíamos, pero no nos hablábamos porque era muy... ¿cómo vas a hablar con un encargado?
A: Políticamente no se hablaba, porque había mucho miedo, hombre.
B: Mucho miedo de decir cada uno lo que pensaba políticamente, miedo porque estaba el régimen y podías ir a la cárcel en cualquier momento. [Entrevista 1]
Tal y como hemos comentado, algunos de los trabajadores entrevistados eran plenamente conscientes de los mecanismos de control que ponía en marcha la compañía en la colonia, y hacen referencia a la misma en ocasiones como un gueto, un cuartel, o la fábrica II (una prolongación de la fábrica en sí).
Por otro lado, la aglutinación de los trabajadores en una colonia con el fin de optimizar la producción y aplicar técnicas disciplinantes también tuvo algunos inconvenientes para la compañía, ya que posibilitó la organización de los trabajadores. La manera de intentar neutralizar está organización fue albergar a todos los grupos sociales en la colonia (obreros, empleados y directivos) con el fin de trasladar a la misma el control que se ejercía a través de las jerarquías laborales en el centro de trabajo (Muñiz, 2006).
A pesar de los mecanismos de control implantados por la compañía, la organización política de los trabajadores fue inevitable y las movilizaciones obreras de los años sesenta y setenta en este centro de trabajo fueron relevantes. Las redes sociales existentes en la colonia facilitaron que los trabajadores de la fábrica de ENASA en Madrid se organizasen para luchar por sus reivindicaciones y demandas con relativa facilidad en aquellos años de dictadura militar and difíciles para el movimiento obrero. El hecho de que buena parte de los trabajadores fueran también vecinos proporcionó la existencia de redes sociales muy sólidas, labradas no son en el centro de trabajo, sino también a partir de la convivencia en el poblado18. La existencia de una cultura de empresa muy consolidada y compartida por los trabajadores era beneficiosa a todas luces para la empresa, pero tuvo como reverso de la moneda el hecho de que proporcionó una buena base a la organización del movimiento obrero en la fábrica. El antiguo trabajador de la compañía que se refiere a esta como “santa empresa” o “san Pegaso” en una de las entrevistas anteriores hace también hincapié en la importancia de la lucha obrera en la fábrica:
A: Ha habido sus complicaciones, como todo en esta vida; en esta vida no se consigue sin lucha nada de nada, la vida es lucha. [...] Tú pedías tres, y ellos te daban dos, pues eso se acabas adelante, había que luchar. Había que luchar. Como siempre cómo ha sido siempre toda la vida, el obrero, la lucha del obrero ha sido así. Contra el patrón... [Entrevista 2].
Es interesante resaltar la existencia aún en la colonia de redes sociales muy sólidas y asociaciones vecinales que han heredado de alguna manera el espíritu reivindicativo y combativo de aquellos años el colectivo vecinal Ciudad Pegaso ocupo en los años 90 las instalaciones del antiguo cine (que llevaban años abandonadas) con el fin de habilitar en ella su local. Más tarde, este colectivo se movilizó con éxito con el fin de que el Ayuntamiento de Madrid situara en estas instalaciones un Centro de Mayores y para que se habilitarse un acceso por carretera desde la colonia a la Nacional II y a la carretera de circunvalación M40. Por otra parte, la Asociación de Vecinos Organización Madrid Zona Este ocupaba hasta hace dos años las antiguas instalaciones del Ateneo de operarios y mandos intermedios, en el que había situado su local.
Los inquilinos de Ciudad Pegaso tomaron conciencia a lo largo de la década de los años sesenta en la importancia de adquirir las viviendas en propiedad a partir de los despidos de algunos trabajadores en las huelgas de 1965 y 1968, que tuvieron como consecuencia directa la obligación por parte de los mismos y abandonar las viviendas que habitaban. El jurado de empresa creo en estos años una comisión que se encargaba de demandar y negociar la venta de las viviendas por parte de ENASA.
La compañía se resistió en un primer momento a ceder las viviendas de la colonia en propiedad. Sin embargo, los años sesenta vinieron acompañados de cambios importantes en España. Se había cumplido con éxito el objetivo marcado de atraer, mantener y disciplinar a los trabajadores de determinadas empresas, entre ellas ENASA, con el fin de introducir la racionalización del trabajo y la producción en las mismas.
Además, el consumo de masas más o menos generalizado y la aparición del sistema de seguridad social hicieron que buena parte de las prácticas paternalistas de las empresas, incluidas las colonias industriales, perdieran sentido (Babiano, 1998). Asistimos en estos años a una importante disminución del recurso a técnicas de disciplina paternalista en nuestro país, y ENASA vendió las viviendas a sus inquilinos y transfirió las infraestructuras de la colonia al ayuntamiento de Madrid en 1970.
A través del análisis de los testimonios orales de recogidos, hemos podido comprobar como todavía existe entre los habitantes de Ciudad Pegaso un recuerdo muy vivo de lo que fue y significó esta para ellos en los años cincuenta y sesenta. ENASA aún tiene hoy una presencia muy relevante en la memoria colectiva de estos sujetos, casi cuarenta años después de que el poblado dejase de ser propiedad de la compañía, y casi veinte después de que está desapareciera como tal al ser vendida al grupo empresarial Fiat. Evocar aquellos tiempos despierta fuertes sentimientos de gratitud y orgullo (vivir en la colonia era un signo de prestigio social que distinguía sus habitantes), e incluso cierta nostalgia de un pasado en el que la compañía velaba por sus trabajadores y sus familias.
En algunos casos estos sentimientos se encuentran entremezclados con la conciencia de la importancia de la organización obrera el años de dictadura y dificultades. En este sentido, es interesante recalcar como para la mayor parte de los trabajadores de ENASA la empresa no representaba simplemente una figura paternal protectora, sino que encarnaba también en cierta medida el despotismo que caracterizó al régimen franquista.
6. Conclusión
Este artículo ha tenido como objetivo realizar una aproximación a la colonia industrial Ciudad Pegaso como dispositivo disciplinario paternalista implementado por el ENASA, una empresa pública emblemática del régimen franquista en los años 50 y sesenta del siglo XX. Está aproximación nos ha ofrecido la posibilidad de recuperar la memoria del trabajo de los habitantes de la colonia, memoria en la que están muy presentes tanto la compañía en sí como las condiciones de vida del poblado entre 1956 y 1970, años en los que esté pertenecía a la empresa.
La investigación realizada nos ha permitido examinar un caso de paternalismo industrial puesto en marcha en España en los difíciles años de posguerra con el objeto de reclutar, mantener, controlar y disciplinar productivamente a una parte de la población trabajadora. Llama a la atención la recuperación de un modelo (con todas sus características: aislamiento, omnipresencia de la compañía, etcétera) que había caído en desuso en el primer tercio del siglo XX, en un contexto en el que las instituciones públicas o lo impulsaban en aquellas empresas que se consideraba que iban a ser las protagonistas de la industrialización y del desarrollo económico del país.
Asistimos entonces a una nueva oleada de prácticas paternalistas en el primer franquismo. Tal y como plantea Sierra19, estas prácticas no serían un residuo del Antiguo Régimen, una forma de “feudalismo industrial”, que habrían persistido a lo largo del siglo XIX y desaparecido en las primeras décadas del siglo XX. El recurso a la gestión paternalista de la mano de obra había tenido lugar en distintas fases del desarrollo del capitalismo y con distintas formas de estado y tendría relación, tal y como ya comentamos, con la situación de determinadas condiciones históricas.
En este sentido, podríamos hablar hoy de una nueva oleada de paternalismo en el contexto nacional e internacional actual, en el que están teniendo lugar importantes cambios en lo que se refiere a las condiciones sociales, políticas, económicas y jurídicas desde las últimas décadas del siglo XX (debilitamiento de las organizaciones sindicales, desregulación laboral, transformaciones en el estado del bienestar y la familia, etcétera. Paternalismo reeditado con la etiqueta “responsabilidad social empresarial” o “responsabilidad social corporativa”, bajo cuyo paraguas un número destacado de empresas, sobre todo algunas transnacionales, enarbolan el discurso de la ética de los negocios y ponen en marcha técnicas paternalistas de gestión de la mano de obra. El revival de las ciudades construidas por empresas en torno a sus centros de trabajo para proveer de determinados servicios a sus trabajadores es más que significativo en este sentido20.

(1) Véase tabla en anexo.
(2) De acuerdo con Gaudemar, la colonia industrial o fábrica-ciudad es el principal dispositivo puesto en marcha por el modelo disciplinario paternalista, en el que se equiparan la familia y la empresa. Esta imagen tiene un gran valor simbólico, ya que en la institución familiar no encontramos jerarquía, relaciones de poder y cooperación: “la garantía de un orden interno en la fábrica parece exigir el orden externo, el orden de ese ‘exterior’, vivido de una manera tan fantasmagóricamente espantosa por los patronos y de donde según ellos surgirían todo los fermentos del desorden de los talleres. Y el orden exterior implica una estrategia de control de todos los espacios sociales en que podría refugiarse una identidad obrera autónoma” (1991, p.76).
(3) En esta línea tenemos que resaltar los estímulos oficiales del primer franquismo para las empresas con más de 50 trabajadores construyesen viviendas para su personal, así como la obligación de las empresas de este tamaño de crear comedores en los centros de trabajo y economatos que ofreciesen artículos a precios más bajos de los del mercado.
(4) Un fordismo que habría sido un fordismo inacabado o pseudofordismo en España en la España de los años sesenta, al menos si lo entendemos como algo más que una determinada manera de organización del trabajo y de la producción, como un modo de regulación social. Modo de regulación que implicaría un sistema público de protección y el reconocimiento institucional de las organizaciones obreras y la negociación colectiva (Babiano, 1998).
(5) Gaudemar establece cuatro grandes ciclos de técnicas de dominación del capital sobre el trabajo, que se entremezclan unos con otros. Un ciclo panóptico, un ciclo de disciplinarización paternalista, un ciclo de disciplina maquínica y un ciclo de disciplina contractual. El ciclo de disciplina maquínica tiene lugar en la introducción del sistema de producción taylorista-fordista (1982, pp. 56-57 y pp. 80-91).
(6) De acuerdo con Gaudemar, la disciplina contractual consiste en la interiorización por parte del trabajador a través de “un cierto modo de delegación del poder, del patrón a los delegados obreros o a diferentes formas de organización obrera”. Este tipo de disciplina hizo históricamente posible el reconocimiento institucional del papel regulador de las instituciones obreras (1982, p. 57)
(7) No existía una relación causal y simple entre estos factores y los ciclos discipliarios, sino una relación dialéctica en la que habría una mutua influencia.
(8) Para una historia pormenorizada de la creación de la Empresa Nacional de Automoción SA por el INI en el contexto de la España autárquica consúltense las obras de J.M. López (1996, 1998, 1999).
(9) La compañía se benefició de un mercado cerrado y protegido y de que su situación, en la órbita del INI, le proporcionó unas inversiones y medios (tecnológicos, financieros, etcétera) inalcanzables en la época para muchas compañías españolas.
(10) El poblado fue obra de los arquitectos Francisco Bellosillo y Juan Bautista Esquer. El proyecto era de 1949, aunque sufrió modificaciones en los años posteriores, antes de su realización.
(11) El hecho de que las empresas que ponían en práctica medidas paternalistas beneficiarán sólo a una parte de su plantilla era enormemente rentable para la misma. Ya que por lo general fomentaba los esfuerzos por parte de todos o de una mayoría de trabajadores por hacerse acreedores de tales prestaciones.
(12) En el caso de las entrevistas grupales hemos hecho referencia a los distintos entrevistados como A, B y C.
(13) Tanto los directivos del INI y como los de ENASA fueron plenamente conscientes de la importancia de la colonia como dispositivo disciplinario y de atracción de la mano de obra. A ello se debe su construcción, que suponía un considerable coste económico, tuviese lugar incluso en unos años, los últimos años cincuenta, en los que la empresa era tremendamente deficitaria y atravesaba una muy difícil situación financiera que desemboca en una crisis en 1957 (cfr. López, 1998, pp. 67-75)
(14) La omnipresencia de la compañía fue especialmente destacada en la primera década de existencia de la colonia, ya que a partir de mediados de los años sesenta muchos de sus habitantes adquirían un vehículo propio que les iba a permitir una mayor movilidad y diversificación de actividades.
(15) En el artículo 20 del «Reglamento de la Ciudad Pegaso» recogía la normativa por la cual solamente se podían alojar en las viviendas los familiares que dependían del “cabeza de familia”. Esto era muy común en las colonias industriales, y en las que incluso se construían viviendas de pequeñas dimensiones, aunque pudieran construirse de mayor tamaño, con el fin de que no diesen cobijo a una amplia red familiar o social de apoyo (Sierra, 1990, pp. 132-138).
(16) Las películas que se proyectan en el cine Pegaso habían sido sometidas a una estricta censura, al igual que las que se proyectaban en todos los cines del país, por lo que en ningún caso se consideraba que pudiesen resultar perniciosas desde el punto de vista moral o político del régimen franquista y la empresa pública ENASA-Pegaso
(17) Está “santificación” de la empresa por parte de los habitantes de la colonia muestra un inmenso agradecimiento que se acerca en ocasiones a la veneración. ENASA, compañía que destacaba considerablemente frente a otras empresas en lo que se refiere a prestaciones, representaba una figura benefactora que, tal y como comenta me repiten de manera muy expresiva algunos entrevistados, les ha ofrecido prácticamente “todo” en lo que se refiere a bienestar y necesidades.
(18) Tal y como comenta J Bogaerts en El mundo social de ENSIDESA (estudio sobre el paternalismo industrial y los poblados de esta empresa en Avilés), sería interesante establecer comparaciones, en lo que se refiere la conflictividad laboral, entre las distintas empresas del INI en las que se pusieron en marcha técnicas paternalistas. Bogaerts argumenta que el sindicalismo débil caracterizó a ENSIDESA hasta 1976 fue consecuencia del efecto desmovilizador del paternalismo de la empresa. Sin embargo, este no es el caso, tal y como este mismo autor señala, en otras empresas del INI entre ellas SEAT. Tampoco es el caso ENASA, empresa en la que los conflictos laborales, tanto en la fábrica de Barcelona como en la fábrica de Madrid, fueron recurrentes desde los primeros años sesenta (Palomero, 1996; Roldán, 2004)
(19) Prólogo de Sierra al libro de Bogaerts El mundo social de ENSIDESA.
(20) Como ejemplos, la Ciudad de Telefónica, situada en el distrito de Fuencarral del municipio de Madrid, y la Ciudad Grupo Santander, situada en el municipio de Boadilla del Monte, a 18 kilómetros de Madrid capital. Estas “ciudades” situadas en zonas aisladas de otros barrios, han sido inauguradas en los últimos años. En ambas podemos encontrar, entre otros los siguientes servicios: escuela infantil, clínica, instalaciones deportivas y restaurantes.
 
ANEXO: ENTREVISTAS REALIZADAS
E1: Entrevista conjunta a tres trabajadores que en los años cincuenta y sesenta eran un técnico de Tipo A (A), un oficial de 1ª (B) y un peón especialista (C).
E2: Entrevista conjunta a dos trabajadores que en los años cincuenta y sesenta eran un oficial de 1ª (llegó a ser mando intermedio) (A) y un oficial de 3ª (que ascendió a oficial de 1ª en 1965) (B).
E3: Entrevista a un trabajador que entró a trabajar en la fábrica en 1955 como oficial de 2ª y en los años sesenta ascendió a oficial de 1ª (llegó a ser mando intermedio).
E4: Entrevista a un ama de casa que vive en Ciudad Pegaso desde 1956. Su marido llegó a ser oficial de 1ª (y mando intermedio) en los años sesenta, y ella, al enviudar en 1971, entró a trabajar en la fábrica como peón especialista. Un año más tarde comenzó a trabajar como oficial de 3ª administrativo en la centralita hasta 1984.
E5: Entrevista a un ama de casa que vive en Ciudad Pegaso desde 1960 y cuyo marido comenzó a trabajar en la fábrica como oficial de 2ª en los años cincuenta y llegó a ser oficial de 1ª (y mando intermedio) en los años ochenta.
E6: Entrevista a un jefe de Ventas de IVECO-Pegaso en la actualidad, hijo de trabajadores de ENASA, que en los años cincuenta y sesenta vivió en Ciudad Pegaso su infancia y adolescencia.
 
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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Resumen.
El paternalismo industrial el régimen franquista.
La colonia industrial Ciudad Pegaso en Madrid (España)
Este artículo da cuenta de una investigación realizada en 2006 con el propósito de analizar un caso de paternalismo industrial en la Empresa Nacional de Autocamiones, SA (ENASA-Pegaso) en los años cincuenta y sesenta del siglo XX. ENASA fue una empresa emblemática del régimen franquista, creada por el Instituto Nacional de Industria en 1946 con el objetivo de que la producción de vehículos industriales (camiones, autobuses, tractores, etcétera) estuviese en manos del estado en aquellos difíciles años de postguerra y autoabastecimiento.
Esta empresa construyó en el marco el paternalismo industrial promovido por el régimen franquista en los años cuarenta y cincuenta, la colonia industrial Ciudad Pegaso (Madrid) entre 1956 y 1960. Está colonia fue propiedad de la compañía desde su creación hasta 1970. El objetivo del estudio ha sido recuperar la memoria del trabajo de los habitantes de este poblado en aquellos años. El estado franquista incentivó, en su etapa autárquica, la puesta en marcha de dispositivos disciplinarios paternalistas en aquellas empresas medianas y grandes, tanto públicas como privadas, que van a ser protagonistas de la introducción de la racionalización del trabajo y de la producción desde finales de los años cincuenta. Estas prácticas paternalistas fueron una manera de allanar el camino a la introducción de la disciplina maquínica.
Palabras clave: memoria del trabajo, condiciones de vida y trabajo, ciclos disciplinarios, dispositivos disciplinarios paternalistas, taylorismo-fordismo, relaciones laborales.