Cuando íbamos a Madrid
La entrada de de hoy nos llega de la mano de Ignacio, el
autor del blog Cerillas Garibaldi en el que nos muestra detalles personales de su día a día. Amante de la música, del scalextric y de las cometas, según sus propias palabras, en su vida gris intenta descubrir a otras personas grises que pasan inadvertidas por nuestro lado sin enterarnos.
De su mano podremos conocer mejor la historia de la llamada Ciudad Pegaso, creada en 1955 para alojar a los trabajadores de la Empresa Nacional de Autocamiones, encargados de la fabricación en serie del camión Pegaso Diesel Z 207.
Yo os voy a hablar de un Madrid distinto: de una isla que no pertenecía a la ciudad que tanto amamos.
Mi padre nació en la calle de la Cebada, en el mejor Madrid de todos. Pero la vida le llevó al extrarradio, la vida le arrastró a una curiosa barriada obrera: la Cuidad Pegaso.
Y allí me crié, lejos de Madrid, ajeno a Madrid. Los primeros años de Pegaso City vivieron ajemos a la capital, era propiedad privada, era una isla independiente en la que los guardas vigilaban para que no jugaras al fútbol en las praderas y la basura se recogía por medios ajenos al Consistorio. Hasta había una barrera de entrada para evitar la entrada a los madrileños.
La barriada obrera de Ciudad Pegaso fue concebida como un espacio residencial para que los trabajadores que tenían que desplazarse hasta la fábrica de la carretera de Barcelona, tuvieran la vida un poco más fácil.
Se diseñaron unos chalets adosados, por arriba y por el lado, de cuatro en cuatro, pero pronto esas idílicas casas se quedaron pequeñas y hubo que proyectar, rápido y mal, pisos para albergar al crecimiento productivo de una fábrica que de tanto éxito, tenía la muerte prescrita.
Además, a alguien se le ocurrió que había que acoger a los ingenieros que habían accedido a trabajar tan lejos de la civilización, y se construyeron nueve chalets de lujo; eso sí, no se podían mezclar las clases y se aislaron con un vía de tren a modo de foso medieval.
Confluyeron en el poblado, las tres castas de nuestra sociedad capitalista: la clase alta en sus chalets individuales con grandes jardines, la clase media en adosados adelantados a su tiempo (hablo de los años 50) y la clase obrera en sus pisos convencionales.
Igualmente, para el ocio de la plantilla y sus familias se construyeron sendas instalaciones: un Club Residencia al más puro estilo Nouvelle Vague aristócrata, para que los mandos pudieran esparcirse con sus familias y los “solteros” tuvieran una residencia acorde a sus pretensiones sin gastarse un duro y, por otro lado, justo enfrente, una piscina popular para que el socorrista sufriera el continuo estrés de cientos de chavales disfrutando del bienestar impuesto.
Con el tiempo, Pegaso se integró en los servicios municipales, se quitó la barrera, y en las elecciones democráticas el PCE arrasaba, con dos votos falangistas, un puñado de ellos a la Alianza Popular y escasísimos votos al PSOE.
Y si el PCE arrasaba, la heroína le ganaba la partida, enganchado a una juventud que no llegó a conocer el No Future del Punk, que se quedó entre unos pocos hermanos mayores hippies y los que se aferraron a la revolución política que vivió nuestra sociedad.
Luego llegó la explosión punkie, la nueva ola, el rock de barrio y el heavy metal y cada uno tiró para un lado, al Marquee o al Canciller, al parque o al garaje, al bar o al ateneo, a Canillejas o a la Alameda…
… cada uno se montó su vida, dejó a sus padres que envejecieran en la barriada y nos lanzamos al mundo, con nuestra impronta de Pegaso, de ricos, pocos, y de humildes, muchos, pero todos de Pegaso. No conozco a nadie que haya renegado de ese barrio y que, desde sus atalayas burguesas, no dejé de ir hoy en día a la peluquería de caballeros a cortarse el pelo y preguntar por su gente.
Podría contar mil y dos mil historias de Ciudad Pegaso, podría adornar cada párrafo con mil o dos mil detalles, sería escribir mi vida en un Blog, pero no quiero tergiversar la vida inmensa que nos dio esa mal (¿o bien?) diseñada barriada.
Sólo una obligada por el título del post, cuando salíamos del barrio para ir a Ciudad Lineal o a la Avenida de América, en casa decíamos: nos vamos a Madrid, porque a pesar de ser madrileños como el que más, nosotros nos considerábamos de Pegaso antes que madrileños, “El Continente Aislado”.
Sólo sé que fui muy feliz.